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La Minga
RESUMEN
En el presente artículo se analizará las
razones del porqué es, y se debe considerar a
La Minga, como un movimiento social. Para
ello se examinará como surge, el contexto en
el que nace, así como su repertorio, discurso
y las estrategias comunicativas, organizativas
y legales que han sido empleadas desde su
aparición. Además, se estudiará la infuencia
de esta protesta indígena y campesina en
la política y en la reestructuración de la
normativa colombiana y latinoamericana;
se determinará que las condiciones
económicas, sociales y políticas en las que
se desarrollan los pueblos indígenas son el
pilar fundamental del nacimiento de La
Minga, y c
ó
mo, con el paso del tiempo, se
han incorporado nuevas demandas sociales
que giran en torno a la defensa de la vida, de
la autonomía territorial y de los derechos de
la naturaleza. Finalmente, se observará una
incidencia en la expansión y adhesión social
por sus procesos exitosos, y los riesgos que
representan los liderazgos de esta índole en
Colombia y en el resto de la región.
LA MINGA: UN MOVIMIENTO SOCIAL
DEL SUROCCIDENTE COLOMBIANO
ABSTRACT
This article analyzes the reasons why La
Minga is, and should be considered, a
social movement. The origins, context,
repertoire, discourse, and communicative,
organizational, and legal strategies
employed since its inception will be
examined. Furthermore, the infuence of
this indigenous and peasant protest on
Colombian and Latin American politics and
regulatory restructuring will be studied too.
We will be determined that the economic,
social, and political conditions in which
indigenous peoples live are the fundamental
pillars of the birth of La Minga, and how
over time, new social demands have been
incorporated, focusing on the defense of
life, territorial autonomy, and the rights
of nature. Finally, the article observes
an impact on the expansion and social
adherence due to its successful processes
and the risks posed by such leadership in
Colombia and the rest of the region.
RECIBIDO:
28/07/2023
ACEPTADO:
26/12/2023
DOI:
10.26807/rfj.vi14.483
Carlos Mora-Montaño
Universidad Técnica Particular de Loja
Diana Ramírez-Rosales
Universidad Andina Simón Bolivar
Gabriela Guambo-Gavilanes
Universidad Nacional de Chimborazo
PALABRAS CLAVE:
Minga, movimiento social, guardia indígena, levantamiento
indígena.
KEYWORDS:
Minga, Social Movement, Indigenous Guard, Indigenous Uprising
JEL CODE:
N460, N56
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Revista Facultad de Jurisprudencia No.14
INTRODUCCIÓN
La Minga representa un claro ejemplo de una acción colectiva que,
como señaló Mónica Espinosa Arango, profesora de Antropología de la
Universidad de los Andes, se ha constituido en una “herramienta política
de resistencia” (Departamento de Antropología, 2019), a través de la cual
se pretenden cambios fundamentales para la exigibilidad de los derechos
humanos de los pueblos indígenas. Principalmente, se exige el derecho
territorial y de pervivencia física y cultural, así como la reclamación
de derechos ancestrales y de la Madre Tierra, aunque su exigibilidad no
necesariamente se da en el ámbito legislativo y jurisdiccional, pues, la relación
entre el derecho, la política y el activismo de los movimientos sociales es
compleja y multidireccional (Gunier y Torres, 2014).
El presente artículo busca acercarse al estudio de la dinámica y la
interacción que existe entre el movimiento social denominado La Minga
con la reestructuración normativa y la incidencia política en Colombia,
a partir de lo que Gunier y Torres (2014) denominan “demosprudencia”.
Para este estudio, se plantea el análisis de dos parámetros: 1) examinar por
qué este proceso de protesta y demandas de la sociedad civil constituye un
movimiento social, particularmente con un liderazgo de las etnias indígenas
Nasa, Pijao y Yanacona (Departamento de Antropología, 2019) quienes han
sido víctimas de sistemáticos genocidios, epistemicidios y se han vulnerado
sus derechos culturales, colectivos y territoriales; y, 2) analizar los motivos
que propiciaron su aparición, repertorio y discurso; su organización y
experiencias exitosas, y si las mismas han propiciado cambios cualitativos en
la democracia, concretamente colombiana, e incidido en el ámbito político
y normativo.
La refexión de este artículo no solo permitirá observar la trayectoria y
relevancia en el contexto colombiano de un movimiento rural como es La
Minga, sino su posible infuencia en otros procesos de movilización social,
afrodescendiente, campesina, e incluso urbana, convirtiéndose así en una
“minga nacional por la vida, el territorio, la democracia, la justicia y la paz”,
(Profesores del Departamento de Antropología, 2019) y de manera más
amplia, infuyendo en la movilización social latinoamericana.
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La Minga
1. La Minga como un movimiento social
La minga, etimológicamente hablando, ha tenido muchos signifcados.
Tradicionalmente, la palabra
minga
se ha utilizado para explicar una
práctica ancestral de toda la región andina, no únicamente en Colombia.
Esta pr
á
ctica implica el trabajo colectivo para un propósito común que
busca el bienestar de la comunidad, tradicionalmente, se la ha usado
para sembrar, abrir caminos, tumbar monte o construir puestos de salud
y escuelas, entre otras actividades (Departamento de Antropología, 2019);
pero el término es concebido como un “trabajo colectivo hecho en favor de la
comunidad”, así como “una tradición precolombina de trabajo comunitario
o colectivo voluntario con fnes de utilidad social o de carácter recíproco, que
actualmente está vigente en varios países latinoamericanos” (Sánchez, 2021).
Es una festa, una oportunidad para compartir, intercambiar y consolidar los
lazos comunitarios, sin embargo, los indígenas del Cauca le han otorgado
otro signifcado a la palabra, proponiendo “La Minga de Resistencia” que
ha transformado su uso a uno de carácter político de movilización social, el
cual nace como denuncia a la opresión y violencia (Rozental, 2009), debido
a la ausencia de “espacios de discusión democrática y de participación”
(Departamento de Antropología, 2019). Según la profesora del Departamento
de Antropología de la Universidad de los Andes y anterior presidenta de la
Asociación Colombiana de Antropología, Alhena Caicedo, “La Minga se
ha convertido en una vía de los pueblos indígenas de Colombia para ser
escuchados” (Departamento de Antropología, 2019). La Minga ha sido el
mecanismo a través del cual los pueblos indígenas del Cauca han ejercido
su exigibilidad sociopolítica frente al incumplimiento de acuerdos por parte
del Estado colombiano, y así es como han alzado su voz frente a la crisis
humanitaria en sus territorios que ha cobrado la vida de sus líderes sociales.
Adicionalmente, por medio de La Minga, los grupos indígenas y demás
grupos sociales que se han anexado al proceso de exigibilidad social han
visibilizado cómo los incumplimientos se deben a “la prioridad que se le
ha dado a un modelo de desarrollo centrado en grandes emprendimientos
extractivos y agroindustriales que dejan de lado a las comunidades locales
y aumenta la brecha de la desigualdad social, especialmente en el campo”
(Departamento de Antropología, 2019).
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En este sentido, se puede observar que La Minga se ha constituido en
un movimiento social que reúne algunos elementos descritos por McCann
(2006), como el propósito de alcanzar una verdadera transformación
social, y la aspiración de tener una sociedad diferente y mejor. Así mismo,
han empleado una gran variedad de tácticas simbólicas disruptivas como
protestas y marchas, pretendiendo detener las prácticas sociales de exclusión,
y exigiendo ser escuchados. Se trata entonces de un movimiento social, ya
que representa acciones coordinadas realizadas de manera sistemática, y se
convoca a muchos sectores de la población, al punto de llegar a convertirse
en un levantamiento indígena, social y campesino; “un escenario que,
sin duda, ha incluido de manera amplia y plural a sectores populares,
afrodescendientes y campesinos. Además de estudiantes y ambientalistas en
distintos departamentos del país” (Departamento de Antropología, 2019).
Un elemento que constituye una acción relevante y específca de los
movimientos sociales es el poder que tienen los grupos convocantes para
organizarse, coordinar sus acciones y mantener interacciones que sean
capaces de perdurar en el tiempo mientras persiguen sus objetivos; además,
cuando se apoyan en símbolos culturales y en redes sociales obtienen grandes
resultados. Sin embargo, no todas las acciones colectivas son merecedoras
de llamarse movimientos, a pesar de la diversidad de movilización social y
política, ya que para llamarse así, se requiere principalmente la capacidad
de mantener las acciones colectivas frente a los desafíos presentados por
oponentes poderosos (Tarrow, 2012).
Cuando hablamos de marcos de acción colectiva y de grupos que
luchan contra “oponentes poderosos”, reafrmamos a La Minga como un
movimiento social que ha tenido que enfrentar a varios actores armados de
diversa índole, incluyendo al propio gobierno colombiano en el marco de los
procesos de exigibilidad. Para este tipo de luchas, se ha creado un brazo de
acción política no armado denominado Guardia Indígena que se concibe
por las comunidades como un organismo ancestral y un mecanismo de
resistencia, que les posibilita defender su autonomía territorial. Esta Guardia
Indígena, que inicialmente operaba en Cauca, se ha extendido a otros
departamentos como Nariño, Tolima, e incluso Bogotá, como forma de
resistir a la violencia generalizada (Torres, 2020). Actualmente, no solo en
el Cauca se pueden observar cómo emergen guardias plurales, cimarronas
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(en el Chocó y otros departamentos con alta población afrodescendiente),
y campesinas.
La Minga se ha consolidado como movimiento social, debido a que
involucra más de una acción colectiva coordinada, un mecanismo que
permite mantener la memoria histórica de los pueblos ancestrales y renovar
constantemente los vínculos intersubjetivos de quienes la practican. Se trata
de un movimiento social, además, por la apertura de la organización hacia
otros sectores de la sociedad colombiana, que también han estado sometidos
a las mismas violaciones históricas de derechos como lo han sido los pueblos
indígenas, ausentes de espacios de representación y participación efectiva.
En este sentido, campesinos, obreros, sindicalistas, estudiantes y muchos
otros grupos han sido parte del movimiento; su accionar desde sus inicios ha
tenido un carácter claramente político y se ha orientado en dos direcciones.
Por una parte, a rescatar aprendizajes del movimiento campesino en la lucha
por la tierra, y; por otra, el uso del marco legal que les ha posibilitado tener
un nivel de incidencia ante el Estado, siendo sus interlocutores mayormente
no indígenas (Laurent, 2010).
2. Aparición, repertorio y discurso de La Minga
Los pueblos y nacionalidades de la República de Colombia inician
su reivindicación identitaria y organizativa a través de la aparición de
estructuras regionales y nacionales a comienzos de 1971, con la convocatoria
de 14 cabildos y resguardos, que culminaría en la fundación del Consejo
Regional Indígena del Cauca, CRIC (2022). Esta agremiación convocó a
la unión de los pueblos indígenas de toda Colombia, y así en ese mismo
año nació la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC (2022),
organismo desde el cual empiezan a tomar fuerza las demandas de los pueblos
históricamente olvidados. En esta organización, se buscaba reivindicar el
derecho a las personas de la tierra y los territorios ancestrales, de los cuales
habían sido despojados en la acelerada expansión agrícola sin control efectivo
estatal. A partir de la Constitución de 1991 a las comunidades indígenas
en Colombia, se les reconoció su condición de pueblos ancestrales y por
medio de la carta magna se incorporó la Jurisdicción Especial Indígena
en Colombia haciendo efectivo el reconocimiento de la igualdad en la
diversidad, incluyendo el sistema normativo propio y la jurisdicción indígena
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como parte del cuerpo legal nacional y reconociendo la diversidad étnica
como una forma de pluralismo jurídico (Mora y Correa, 2020).
A pesar de esta reivindicación normativa, las condiciones sociales,
económicas y políticas en las que se desarrollaba la vida de los pueblos
indígenas no se transformaron como debían y seguían siendo críticas. Sus
afectaciones, por ejemplo, en relación con el conficto armado, han sido
desproporcionadas, al punto de que, el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados (ACNUR) y organizaciones de derechos humanos
dicen que:
muchos grupos indígenas están en eminente peligro de extinción y el
peligro más grande proviene de los soldados del gobierno y de los para
-
militares respaldados por el ejército, quienes los amenazan, los intimi
-
dan, y los acusan de complicidad con los insurgentes, desplazándolos de
sus tierras. Los pueblos indígenas son particularmente vulnerables ante
los efectos del desplazamiento, puesto que su cultura es especialmente
dependiente de la tierra. (Wirpsa et al., 2014)
Dado que las reivindicaciones multiétnicas e igualitarias promulgadas
en la Constitución no consiguieron el impacto social esperado por las
organizaciones indígenas, estas se activaron, se organizaron y protestaron en
el 2008, bloqueando carreteras neurálgicas, especialmente al sur del país. De
esta manera, y por las características que contiene esta protesta/levantamiento,
y por todo lo antes expuesto, surge La Minga como un movimiento social,
que ha tenido una relevancia esencial para la resistencia, convocatoria y
demanda de derechos, con una incidencia nacional en Colombia.
La Minga como fenómeno colectivo ha propuesto transformaciones
democráticas para el pleno y efectivo goce de los derechos promulgados en la
Constitución de 1991. En su historia de movilización social ha tenido varios
momentos.
Son más de 50 las mingas que el movimiento indígena y campesino del
sur del país ha realizado en las últimas dos décadas. Si bien el reclamo de
las comunidades ancestrales es de vieja data, solo a partir de 1999, durante
el gobierno de Andrés Pastrana, el Estado adquirió compromisos frmados
en papel, como el decreto 982 de ese año, que contiene políticas públicas en
benefcio de estas comunidades (Bolaños, 2019).
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La Minga
A lo largo de su participación en protestas sociales, los miembros de La
Minga con sus bastones de mando al hombro y un himno cumbiero que reza
“defender nuestros derechos, así nos toque morir”, se han enfrentado a todos
los gobiernos exigiendo que se cumplan sus demandas sociales y derechos
colectivos (BBC News Mundo, 2020). La Minga, vista de esta manera, surge
y se transforma a ser una vía para exigir cambios estructurales frente a las
necesidades de los pueblos indígenas, como un instrumento de presión al
estado para obtener respuestas a sus problemas y desafíos. Como podemos
ver y por su connotación histórica La Minga representa la unidad de los
pueblos, pero en este caso, como una unidad para la protesta, resistencia y
lucha para reivindicar sus derechos.
Año a año han surgido nuevas demandas sociales, y por ello los motivos
de movilización de La Minga se han diversifcado. Están: el respeto por la
vida de sus liderazgos; la exigibilidad de garantías para la defensa de los
derechos; detener el desmonte del derecho a decidir sobre su futuro a través
de la consulta previa (El Heraldo, 2022); el cese a la violencia estructural y
sistemática en el que las comunidades se han sumido por parte del estado y
grupos paramilitares; la persecución judicial y estigmatización en medios de
comunicación; el cese a la criminalización de la protesta social pacífca; detener
del conficto armado; el cumplimiento de los Acuerdos de Paz; la eliminación
inmediata de la explotación de minerales, el petróleo y megaproyectos
en sus predios ancestrales que contaminan física y espiritualmente a las
comunidades; y, por último, el cuidado del agua, la tierra y los recursos
naturales. Las demandas del año 2008, en lo fundamental, conminaban al
Estado colombiano a la suscripción de la Declaración de Derechos de los
Pueblos Indígenas, y en el 2020 transitaron a exigir la implementación de
los Acuerdos de Paz. La mayoría de los motivos que convocaban a La Minga
desde su inicio siguen siendo las mismas hoy en día (Mantilla, 2020), pero a
estas se les han sumado motivos de coyuntura que han llegado a cumplir un
papel crucial en el desarrollo de su agenda política y de movilización social.
Han existido intentos de deslegitimar a La Minga ante la opinión
pública como un grupo violento que aterroriza a la ciudadanía (CRIC,
2022), aun cuando se conoce que los guardianes del territorio se movilizan
pacífcamente con su simbólico bastón de mando como único elemento de
defensa, sin embargo, La Minga ha tenido un papel fundamental en el apoyo
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a movilizaciones pacífcas ciudadanas en Colombia. El mejor ejemplo es la
participación que tuvo durante el Paro Nacional de 2021, dando apoyo a la
llamada Primera Línea, una resistencia juvenil espontánea organizada para
la protección de los protestantes sociales en Cali, Bogotá y otras grandes
ciudades de Colombia. Este movimiento con el paso del tiempo ha ido
tomando fuerza siendo un referente en América Latina para el surgimiento
de otras agrupaciones similares y entablando diálogo con organizaciones de
países como Ecuador con la CONAIE, FENOCIN, FEINE, convergiendo
en luchas comunes para la reivindicación de los derechos colectivos de los
pueblos indígenas.
El discurso de La Minga, en suma, incluye la exigibilidad del derecho a
la tierra y territorio, el respeto a la vida y a la protesta social como un ejercicio
participativo y legítimo de reclamo pacífco; las garantías para el ejercicio
de sus formas propias de organización y liderazgo territorial, además de
su identidad como guardianes de los territorios. La generación de empatía
en sus causas redunda en que La Minga defende incansablemente la vida,
lucha por la autonomía territorial, un gobierno propio para el ejercicio de su
pensamiento y cosmovisión indígena, que lleva al desarrollo pleno de su vida,
espiritualidad, y respeto a su territorio, teniendo una efectiva participación
democrática e incluyente. Es así como, La Minga constituye una de las
manifestaciones sociales con mayor reconocimiento de defensa de derechos
democráticos enmarcada en la cultura de la resistencia indígena y social en
Colombia. La recuperación de los imaginarios ancestrales a través de La
Minga hace que sea posible potenciar la Pedagogía de Resiliencia para la Paz
(Mora y Correa, 2020), que redunda en la exigibilidad de una tranquilidad
duradera, incluyente, propia y territorial.
3. E
strategias comunicacionales, organizativas y legal
-
es de La Minga
A nivel de estrategias comunicacionales, teniendo en cuenta que La
Minga es un movimiento social impulsado por los pueblos indígenas, una
de las principales acciones para su visibilización ha sido la adopción del
Himno de la Guardia Indígena (Parranderos del Cauca, cuatro más tres,
2020) como el estandarte de su proceso de exigibilidad. Por medio de este
himno se convoca a la protesta social, y ha sido ampliamente difundido
durante sus movilizaciones. Ha permitido que los integrantes de la Guardia
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La Minga
sean percibidos como protectores pacífcos de la protesta en momentos de
profunda deslegitimación de la movilización social, en especial por parte
de los medios de comunicación y opinión pública, que han proporcionado
graves situaciones de violencia policial.
Si bien La Minga no cuenta con un sitio web propio, la difusión de
información relacionada con el movimiento se comparte a través de los
sitios web ofciales de las organizaciones que la componen, entre ellos están:
el CRIC (2021). En tal sentido, parte de la estrategia de comunicación de
este movimiento social, así como la determinación de su público objetivo
para la realización de protestas, radica en el posicionamiento del CRIC
y su red de organizaciones aliadas a nivel local y nacional. A manera de
ejemplo, el 30 de abril de 2021, comunicaron “Una vez más, la fuerza del
movimiento indígena nacional se une para gritarle al gobierno que no está
de acuerdo con sus políticas de exterminio físico y cultural.
Se invita a las
comunidades indígenas del Cauca
, a unirse a la gran Minga Nacional en rechazo
a las políticas de muerte del gobierno nacional” (CRIC, 2021). En un mundo
en el que, la globalización tecnológica, la digitalización y la inmediatez de
las comunicaciones y la estrategia de redes sociales utilizada correctamente,
permite el crecimiento de asociaciones y movimientos sociales, el caso del
CRIC como aliado para La Minga, es importante, ya que suma en sus
cuatro redes sociales (Twitter, Facebook, Instagram y YouTube) un total
de 258872 seguidores. No obstante,
é
l uso de los medios informativos
tradicionales, ha generado que el movimiento social por medio del CRIC
cuente también con canales de comunicación como la Emisora Virtual de
los Pueblos, cuyo contenido tiene eco a través de las Emisoras Indígenas
Filiales Red-AMCIC (CRIC, 2021).
Por otra parte, la capacidad organizativa de La Minga ha permitido que,
en situaciones sumamente complicadas, como la pandemia por COVID-19,
dicho movimiento social estableciera la denominada “Minga hacia adentro”
como estrategia de cuidado y pervivencia durante la emergencia sanitaria.
Asimismo, en ese periodo, la organización de La Minga, en línea con su
lucha de gobernanza territorial que incorpora la lucha por la soberanía
alimentaria, permitió también la entrega de canastas con alimentos a las
comunidades urbanas más pobres en Popayán. Así, “El 20 de mayo, el
Consejo Regional Indígena del Cauca —CRIC—, salió a las calles de la
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capital caucana, para realizar la entrega de 5000 mercados a los diferentes
sectores populares que se han visto afectados por la falta de alimentos durante
la cuarentena” (Kaosenlared, 2020), generando alianzas con el área urbana,
además de empatía y reciprocidad.
También, en momentos en donde La Minga ha sido parte de
levantamientos o protestas, sus estrategias organizativas han incluido;
primero, la movilización física y logística, para lo cual cuentan con carros
propios y las denominadas “chivas” logrando transportar a sus propios
integrantes y a otros actores de diversos movimientos sociales, además de
asegurar alimentación para toda la comitiva a través de ollas comunitarias;
“durante la minga se canta, se teje y se realizan diferentes actividades
propias de la tradición, cultura y memoria de los pueblos. La misma,
incluso, cuenta con la participación de las personas mayores y de las niñas
y niños” (Departamento de Antropología, 2019). Durante La Minga, se
paran sus actividades, y ello requiere un músculo organizativo y cooperativo
importante para que no impacte negativamente la subsistencia al retorno de
los miembros de La Minga a sus territorios. Un segundo aspecto consiste en
la seguridad, para lo cual la Guardia Indígena tiene un rol fundamental en la
defensa de los derechos humanos y de la naturaleza, así como del territorio,
cultura y autonomía indígena (Comisión de la Verdad, 2020). La Guardia
protege a los mingueros y blinda al proceso de infltrados no deseados, que
generan violencia y deslegitiman la movilización.
El proceso de La Minga porta un profundo respeto por la tierra y el
territorio, como ya se ha mencionado, que hacen visible a lo largo de su
marcha bajo procesos de profunda sacralidad, ya que la tierra como parte de
la naturaleza es trascendental en su caminar. Por ello, una de las mingas más
fuertes ha sido precisamente la del proceso de liberación de la Madre Tierra,
una lucha por el respeto a la naturaleza y al territorio ancestral (CRIC, 2021).
Además, La Minga cuenta con una logística solidaria para la estadía de las
y los mingueros durante el desarrollo de la misma. Ha logrado establecer
estrategias y alianzas con diferentes asociaciones, organizaciones y dirigentes
estudiantiles a fn de poder resguardarse y permanecer en instalaciones
universitarias, tal como ha sucedido en diferentes ocasiones con la Universidad
Nacional (Pérez, 2020) y la Universidad Pública de Cundinamarca, sede
Fusagasuga (Espinoza, 2008). Ello materializa la construcción de redes con
sectores estudiantiles que se unen a sus demandas sociales.
194
La Minga
Finalmente, en las estrategias del ámbito legal, están en gran medida
concentradas en el trabajo legislativo de los representantes políticos de La
Minga dentro del Congreso de la República, esto considerando que desde
la Constitución de 1991 (Constitución Política de Colombia, 1992), se
establecieron dos curules indígenas en el Senado y uno en la Cámara de
Representantes. Dichos puestos han sido ocupados por varios mingueros y
mingueras que en determinado momento han representado y hecho escuchar
la voz de las luchas de La Minga en el poder legislativo.
En defnitiva, como ya se ha establecido, La Minga tiene un vínculo
directo con los pueblos indígenas, por ello resulta procedente hacer
mención particular de un proceso en sede judicial sustanciado ante la Corte
Constitucional de Colombia, en la que se alegó la vulneración de varios
derechos de personas indígenas. Dicho proceso es el T-462A/14, conocido
también como caso Salvajina, en el que se alegaron como vulnerados los
derechos a la vida, a la integridad personal y al debido proceso de las
comunidades de los Resguardos Honduras y Cerro Tijeras, frente a lo cual,
la Corte resolvió, entre otras, ordenar a la Empresa de Energía del Pacífco
S.A., que “en el término de seis (6) meses […] culmine la consulta previa
del Plan de Manejo Ambiental que ya se viene adelantando y garantice
verdaderos espacios de consulta y de participación a las comunidades
indígenas” (Caso Resguardos Honduras y Cerro Tijeras, 2014). No obstante,
pese a que el mencionado fallo obedece al año 2014, hasta el 2021 aún no
se daba cumplimiento a lo ordenado por la Corte, por lo que el CRIC con
fecha 17 de septiembre de 2021 emitió un comunicado indicando:
después de décadas de reclamos y conversaciones a medias, las medidas
de reparación no han sido efectivas, razón por la cual se hizo necesario
que las comunidades de esta zona se declararan en asamblea perma
-
nente en busca de un diálogo sincero, con la nueva empresa operadora
de la represa de la Salvajina, con Celsia, conversación que se llevó a
cabo con la presencia de organismos internacionales y del Ministerio
Público. (CRIC, 2021)
De igual manera, frente a los riesgos en el marco del conficto armado que
enfrenta el Pueblo Nasa, parte del CRIC, concretamente las comunidades
organizadas en los Resguardos de Toribio, San Francisco, Tacueyo y Jambalo,
en 2011, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH (2011)
195
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otorgó medidas cautelares a favor de sus miembros debido a los homicidios,
desapariciones forzadas y otros hechos de violencia contra aquel grupo. Así,
la CIDH solicitó al Estado colombiano:
adoptar las medidas necesarias para garantizar la vida y la integridad
física de los miembros del Pueblo Nasa de los Resguardos Toribio, San
Francisco, Tacueyo y Jambalo, concertar las medidas a adoptarse con
los benefciarios y sus representantes, e informar sobre las acciones
adoptadas a fn de investigar los hechos que dieron lugar a la adopción
de esta medida.
Cabe mencionar que el proceso de Liberación de la Madre Tierra,
como estrategia La Minga para la restitución de los territorios ancestrales
por vías de hecho, se encuentra en constante tensión con los procesos de
litigio frente a la propiedad de la tierra por parte de los terratenientes de la
industria de la caña. En este sentido, la acción de invasiones de tierras es un
mecanismo que utiliza La Minga y que produce una tensión entre lo legal,
lo ilegal y lo legítimo: “el Pueblo nasa del Norte del Cauca resiste al despojo
y desplazamiento al que han sido sometidos mediante la liberación de la
madre tierra, proceso político de toma de haciendas” (Vargas y Ariza, 2019).
4. Interacciones con otros actores externos al movi
-
miento
La Minga ha tenido una fuerte agenda de presión directa al gobierno
nacional, obligando a través de vías de hecho —como los bloqueos de vías,
movilizaciones hacia la capital e invasiones de haciendas— a una interlocución
con el Estado, exigiendo audiencias públicas. En 2008, en diálogos con el
gobierno de
Á
lvaro Uribe, exigieron la presencia del Relator Especial para
los Pueblos Indígenas de la ONU, James Anaya, en calidad de observador
del diálogo (El Espectador, 2008). Con el gobierno de Juan Manuel Santos
la tensión continuó, negándose a negociar con la “Minga Agraria” en
2016 (TeleSur TV, 2016) —profundamente contradictorio mientras se
desarrollaban las negociaciones de paz con las FARC—, y cediendo al
diálogo posteriormente en 2017, donde el CRIC relevó los incumplimientos
a acuerdos en tierras, educación y autonomía de las comunidades indígenas
del Cauca (El País, 2017). La estrategia gubernamental de negativa de
audiencia con La Minga persistió hasta el pasado gobierno de Iván Duque,
196
La Minga
que optó “por desentenderse del asunto, quizá con la ruin esperanza de que la
masacre de sus líderes a manos de los grupos armados doblegue la voluntad
del movimiento” (García, 2020).
Este se constituyó en un momento de agravada deslegitimación del
accionar estatal, especialmente debido a la violencia policial ejercida contra
la protesta social, y al mismo tiempo uno sin precedentes en la visibilización
de La Minga a nivel nacional, con un reconocimiento de su liderazgo en
el marco del Paro Nacional de 2021. Dicha movilización ya desde 2019
mostraba su persistencia en mayor medida en comparación con las nueve
Mingas anteriores desarrolladas en las últimas dos décadas. (Semana, 2019).
Las relaciones con el actual gobierno nacional aparentan ser más fuidas,
dado su amplio apoyo social, y una agenda que comienza a construirse de
forma conjunta. “Territorio, paz y garantías, son los temas agendados por la
comisión política de la Minga Popular, Social y Comunitaria, del sur occidente
colombiano” agrupando a campesinos, afrocolombianos, sindicales, indígenas
y colectividades urbanas de Valle del Cauca, Nariño y Cauca (CRIC, 2022).
Sin embargo, las reservas que La Minga, y en general los procesos indígenas
tienen frente al accionar estatal, persisten, y la confanza deberá consolidarse
a través de la materialización de reivindicaciones y resarcimiento de las
violaciones sistemáticas a los derechos de las comunidades.
Por otra parte, La Minga indígena ha motivado la movilización de La
Minga de Suroccidente, con participación de comunidades y organizaciones
indígenas, afrocolombianas y campesinas del suroccidente de Colombia,
y transcendiendo para consolidar una Minga Nacional, esto, ocurrió
particularmente en la protesta social entre 2019 (ONIC, 2019) y 2021
(CRIC, 2021). Esta interrelación entre los movimientos sociales ha permitido
la aparición de guardias cimarronas y campesinas a partir del aprendizaje
de la Guardia Indígena, que unen fuerzas en su acompañamiento a la
protesta social (Caicedo et al., 2022). Además, la legitimidad de La Minga
se ha extendido a otros sectores sociales, como son la academia —el apoyo
proclamado por diferentes universidades públicas y privadas, incluso a
nivel latinoamericano—, (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
[CLACSO], 2019; Profesores Departamento de Antropología, 2019) y
el apoyo de plataformas de derechos humanos (Comisión Colombiana de
Juristas [CCJ], 2020).
197
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CONCLUSIONES
A través del presente análisis se descrito los aspectos más fuertes de
La Minga, los cuales la han representado como legitimadora, protectora
e impulsadora de la protesta social ampliada en Colombia en los últimos
años. Pero dicho rol fue construyéndose a partir de los procesos históricos
de movilización desde la década de 1970, comenzando por la reclamación
del derecho al territorio ancestral y la Liberación de la Madre Tierra,
pasando por la exigibilidad de goce efectivo de los derechos étnicos colectivos
proclamados en la Constitución de 1991, luego abanderando el respeto por
la vida, el territorio y la naturaleza, en un contexto de agravamiento del
conficto armado, y más recientemente la demanda por el cumplimiento de
los Acuerdos de Paz frmados entre el Estado y la guerrilla de las FARC-EP.
La Minga ha sido relevante no solo para los pueblos indígenas del
Cauca, sino para los grupos étnicos en el suroccidente colombiano, y para
la movilización social colombiana en general. Esta es percibida como
legítima y cercana a los sentires y necesidades de diversos sectores sociales,
sembrando empatía desde las y los mingueros hacia afuera. La Minga
Nacional, Social y Popular del 2021 cristalizó dicho liderazgo, llegando
a las ciudades de mayor movilización y más emblemáticas en el marco del
Paro Nacional, como Cali y Bogotá. Sus estrategias comunicativas, redes y
alianzas fortalecieron el impacto, que incluso podría haber tenido incidencia
en el triunfo en la contienda electoral por la presidencia en 2022, que por
primera vez trajo al proyecto político de izquierda al poder después de
200 años de historia republicana de Colombia. Además, la incidencia de
la estrategia de Liberación de la Madre Tierra ha puesto sobre la agenda
política la reclamación de los territorios ancestrales, y la necesidad de atender
las causas estructurales del conficto armado en Colombia: la distribución
inequitativa de la tierra. En la coyuntura actual, una de las prioridades del
gobierno de Gustavo Petro precisamente ha sido la Reforma Rural Integral,
primer punto del Acuerdo de Paz.
En clave de replicabilidad, por ejemplo, La Minga, y particularmente
la Liberación de la Madre Tierra, puede ser impulsora de procesos de
exigibilidad de derechos a la tierra y el territorio en América Latina y el
Caribe. Existen antecedentes como fue el Encuentro Internacional de
198
La Minga
Liberadoras y Liberadores de la Madre Tierra que tuvo lugar en el norte del
Cauca y contó con la participación de liderazgos indígenas latinoamericanos
(CENSAT, 2017). Por otra parte, el éxito del movimiento social a través de su
estrategia de autoprotección por medio de la Guardia Indígena, que ya ha sido
replicada como guardia cimarrona (afrocolombiana) y guardia campesina,
tiene espacio de ser una estrategia aplicada en otros contextos de la región.
En el caso de Ecuador, comienza a ser una apuesta relevante, inspirada en
el caso colombiano, para la resistencia de las comunidades indígenas frente
al contexto de coacciones por parte de los procesos extractivistas, entre
otras presiones que experimentan los pueblos y nacionalidades originarias
(Alvarado, 2022). Las guardias indígenas permiten la reivindicación de los
derechos colectivos, que incluyen la autogobernanza o gobierno propio
y la autodeterminación, por ejemplo, expresada en la exigibilidad de
cumplimiento de la consulta previa.
Las amenazas más prominentes a La Minga resultan de la persistencia de
los riesgos de seguridad, falta de garantías y protección a los liderazgos sociales
en Colombia, debido al agravamiento nuevamente de la confrontación entre
diversos actores armados, legales e ilegales. Superar dicho contexto implica
una fuerte voluntad política del actual gobierno nacional, que pareciera
una de sus políticas principales ha sido la búsqueda de la Paz Total, que
incluye procesos de negociación con todos dichos actores armados ilegales
que proliferan en los territorios, violentando a las comunidades y sus
liderazgos. Los retos de la restitución de los territorios ancestrales bajo la
reforma agraria persisten, dados los históricos litigios con hacendados, que
complican su superación. Igualmente, mejorar las condiciones de la población
étnica, y más vulnerada en general, resulta también retador para el actual
gobierno, que tuvo retos iniciales relacionados con la disponibilidad fscal y
apoyo del poder legislativo para emprender las reformas estructurales, y una
movilización social que está en proceso de reestructuración en su nuevo rol
de exigibilidad, confrontando a un gobierno que se ha mostrado favorable al
diálogo social.
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